Vínculo madre e hijo: Amor a primera vista

Madre e hijo se miran por primera vez y se enamoran. Ella lo va a proteger de por vida. Este es el vínculo que va a existir eternamente entre tu bebé y tú.

El vínculo es la estrecha y profunda relación que se establece entre una madre y su hijo. Toda la biología de las mujeres está preparada para generar esta conexión especial con su bebé tras el parto.

 

Una vez establecido el vínculo con tu hijo, eres capaz de saber qué le pasa y él se siente seguro. Los dos os entendéis sin necesidad de decir una palabra y os miráis mutuamente con asombro y admiración. En el establecimiento de ese vínculo intervienes tú y tu hijo. Tu bebé no es pasivo. Tu posees el instinto de cuidar de tu bebé, alimentarlo y amarlo.

Tu pequeño, mediante el lenguaje no verbal y el llanto, te va guiando; tu respondes, cubres sus necesidades; y él a su vez también responde, se acurruca en ti, te abraza, te sonríe, se siente feliz con tu presencia. El vínculo se basa en una comunicación placentera para ambos usando los cinco sentidos.

Oler al bebé

Oler al bebé es instintivo. Cada bebé puede reconocer a su madre por el olor. Tú también puedes hacer lo mismo con tu bebé. Al olerle estimulas tu cerebro más primitivo. De esta forma despiertas tu ternura e instinto de protección.

Oír al bebé

Los sonidos de tu bebé son muy especiales para ti. Escucharlos con atención y darte cuenta de que intenta comunicarse contigo te anima a comunicarte con él: con palabras o sonidos, con canciones, con caricias o abrazos. Todo eso os beneficia a los dos.

Mirar al bebé

Os miráis y os admiráis. De todo lo que hay a su alrededor, tus ojos son lo que más le gusta. Observar sus movimientos, sus gestos o sus preferencias te ayuda a establecer el vínculo. Se trata de aprender a interpretar sus señales no verbales, que son su forma de comunicarse.

Tocar al bebé

Contacto piel con piel. Cuanta más piel haya en contacto, mejor: Tumbarle junto a ti, acariciarle, mecerle , abrazarle… El método canguro piel con piel es ideal para establecer ese poderoso vínculo entre los dos.

De los cinco sentidos he hecho referencia al olfato, el oído, la vista y el tacto. ¿Y el sentido del gusto? ¿Cómo saboreas a tu bebé? Pues muy fácil: ¡”Comiéndole” a besos!

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