Durante nueve meses, el pequeño ha vivido en un auténtico paraíso donde residía tranquilamente. Ahora no es extraño que sienta miedo ante unas contracciones que le empujan hacia lo desconocido. ¿Qué siente el bebé durante el parto?
Un masaje placentero
Si a la madre le ponen oxitocina, las contracciones serán cada vez más fuertes y frecuentes, lo que repercutirá también en el bebé. Esto no significa que las cosas se compliquen para él, ya que advierte las contracciones espontáneas como un masaje placentero que lo conduce hacia abajo.
Un poco de estrés
Los empujones empiezan a ser tan insistentes que, como poco, el bebé se pone nervioso. A veces le aprietan con tanta fuerza que, en cada contracción disminuye el flujo de sangre, lo que le provoca cierto estrés, pero a su vez le ayuda a enfrentarse a la recta final que le supone atravesar el canal del parto.
Completa seguridad
La comunicación entre la madre y el bebé es tan íntima y positiva en el momento del parto, que es como si la madre le aplicara una inyección de amor con la que fuera capaz de cargar todas sus reservas de afectividad y afrontar de una forma bastante natural todo el trabajo que supone llegar al mundo.
Tranquilidad
Tras un primer momento de estupor por el cambio brusco de situación, el bebé se siente cómodo: se trata, ni más ni menos, que de la evolución natural y para lo que está programado. De hecho, los recién nacidos, tras un primer llanto, se quedan tranquilos, con los ojos abiertos, como escrutando el nuevo mundo, y se muestran relajados.
Es un período denominado de “alerta tranquila”, en el que el recién nacido se muestra muy receptivo hacia todo lo que le rodea. A esta fase le seguirá más tarde otra de letargo, donde saldrá todo el cansancio acumulado del proceso de parto, y en la que el bebé se dedicará a dormir.