Ya seas de las que prefiere una epidural o un parto completamente natural, es importante conocer las distintas opciones y sus ventajas e inconvenientes.
El control de la respiración:
Se trata de aprender a respirar correctamente para acompañar con distintos tipos de respiraciones las sucesivas etapas del parto. Su efectividad es alta, ya que tiene tanto efectos psicológicos como físicos. Una buena oxigenación llega hasta los músculos del útero rebajando el dolor y, además, favorece la relajación que ayuda a liberar las hormonas calmantes de forma natural.
Epidural:
Casi un tercio de las mujeres eligen la epidural, ya que es la mejor opción para parir sin dolor. Se trata de una inyección de anestesia que se inserta en una zona cercana a los nervios de la zona lumbar. Tendrás que permanecer muy quieta mientras el anestesista inserta la aguja y el catéter, y el procedimiento puede llevar unos 20 minutos. Por este motivo, es importante no esperar mucho antes de ponértela. La anestesia se dosifica si el parto se prolonga.
Además de dejar de sentir el dolor de las contracciones, dormirá toda la parte inferior del cuerpo. No podrás moverte, así que olvídate de un parto activo. Tampoco podrás sentir ganas de empujar (tendrá que decirte la matrona cuándo hacerlo), lo que suele ralentizar el parto.
Epidural ambulante:
Se trata de anestesia epidural aplicada en dosis más bajas para adormecer el dolor de las contracciones, pero sin hacer desaparecer la sensibilidad. Al no estar bloqueada de cintura para abajo, te permitirá moverte y, lo más importante, podrás empujar con mayor eficacia que con una epidural normal, ya que sientes las contracciones. Una de sus limitaciones es la duración, dos horas más o menos. Por eso no se puede aplicar en todos los casos, porque nunca se sabe con exactitud cuánto se va a prolongar el parto.
Gas:
En algunos centros hospitalarios se ha puesto en marcha la aplicación de una analgesia para el parto a base de gas inhalado. Consiste en un 50% de oxígeno y un 50% de óxido nitroso, el conocido como “gas de la risa”. La mujer lo inhala durante la contracción y en ese momento se elimina el dolor, pero su efecto es rápido y poco duradero. Se puede usar a lo largo de todo el parto y se elimina inmediatamente, sin dejar rastro en el cuerpo, y sin afectar al bebé.
Anestesia general:
Consiste en administrar a la mujer con una inyección opiáceos, para aliviar el dolor y adormecer a la madre. Se emplean distintos fármacos y aunque no tiene incidencia sobre la evolución del parto, los calmantes atraviesan la placenta, por lo que el bebé puede nacer somnoliento.
Máquina Tens:
La estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS) consiste en un aparato a pilas que aplica ligeros impulsos eléctricos a través de unas almohadillas que se colocan en unos puntos de la espalda para bloquear las señales de dolor causadas por las contracciones. Es muy útil en las primeras fases del parto y se hace menos efectivo a medida que éste progresa. No es un método invasivo y no tiene ningún efecto secundario ni para la madre ni para el hijo. El aparato se puede alquilar o comprar, aunque es caro.
Sofrología:
Si te entrenas para adoptar un elevado estado de relajación y para concentrarte en otras cosas (la respiración, un mantra o una imagen positiva), te olvidarás del dolor. Esta técnica debe practicarse durante el embarazo. Puedes asistir a un curso o comprar un CD de sofrología.