La noticia de que era posible fecundar un óvulo fuera del cuerpo de la madre para luego ser reinsertado en ella para completar su desarrollo sonaba como una novela de ciencia ficción.
Hoy en día, y aunque muchas personas consideran que la fecundación in vitro no es correcta, se ha convertido en una luz de esperanza para muchas parejas que no pueden tener hijos de manera natural.
La efectividad de este método de reproducción asistida ha ido mejorando con los años, tanto que en el mundo ya existen alrededor de 4 millones de personas que fueron concebidas de esta manera.
Existen también controversia en cuanto a si los niños nacidos por este medio, pueden o no tener algún defecto congénito. Controversia que hasta hoy sigue vigente por la falta de estudios profundos que develen o desmientan este hecho.
Sin embargo, la tasa de éxito en la fecundación y la cantidad de niños sanos parecen ser una muestra de que todo va viento en popa. Y más aún, considerando que la misma “Primera niña probeta”, Louise Brown tuvo su primer hijo a los 28 años de manera natural. El niño llamado Cameron Mullinder, nació con un peso de 2,7 kilos y en excelente estado de salud.
Más que el honor de haber recibido el premio Nobel del 2010, el doctor Robert Edwards, también conocido como el padre de la fecundación in vitro, debe de sentirse orgulloso por haber hecho realidad el sueño de tantas madres y padres deseosos de tener en sus brazos a su propio hijo.
