¿En luna llena hay más partos? ¿Si la barriga tiene forma redonda, nacerá una niña? ¿La primera leche materna no alimenta? Conozcamos qué hay de cierto en estas y otras creencias populares.
Con el paso del tiempo, han ido apareciendo creencias populares y mitos relacionados con el embarazo que, a menudo, no sólo han provocado inquietud en la embarazada, sino que, algunas veces, han perjudicado incluso la normal evolución de la gestación.
Cada embarazo es distinto
Hay mamás que acuden por primera vez a la consulta de la matrona comentando que “su madre tuvo un parto difícil”. La matrona, como tantas veces, debe explicar que el parto no es una cuestión hereditaria, que depende de multitud de factores, y que, además, cada mujer es un ser único y exclusivo, que va a vivir su propio parto.
Los movimientos fetales
Más graves son los comentarios referentes a los movimientos fetales, y lo peor es que son las propias mujeres los que los alientan. Cada embarazada tiene su propia percepción de los movimientos del bebé: son como “aleteos”, “culebrillas”, “empujoncitos”, “correteos”, etc.
El dato objetivo que hay que valorar es que la mujer que va a tener un hijo por primera vez va a notar una sensación totalmente nueva, pero inconfundible, alrededor de la semana 20 del embarazo. Mientras que aquella mamá que ya ha pasado por la experiencia de tener más bebés va a percibir el movimiento de su hijo alrededor de la semana 16.
Los movimientos del feto son, por lo tanto, una sensación subjetiva, no transferible a las demás mujeres. Por este motivo, los comentarios del tipo: “No los notas todavía? Al tercer mes, yo ya los notaba” resultan poco recomendables, pues sólo provocan en la mamá una angustia innecesaria.
Más importante aún es saber que todos los bebés se mueven hasta el momento en que la embarazada está de parto. Un bebé que no se mueve no es “por el encajamiento”, “porque es muy grande” o “porque al final de la gestación ya no tiene sitio”… Si la futura mamá deja de percibir los movimientos del feto, debe consultar inmediatamente al profesional que colabora con ella, quien valorará el bienestar del bebé.
Otras creencias erróneas
Las mascotas, sobre todo los perros y los gatos, también originan en algunos casos problemas emocionales “No puedo deshacerme de mi perro, lo tengo desde cachorrito”, e incluso familiares “No voy a casa de mi suegra porque tiene un gato”. Teniendo una buena información al respecto de la mano de un profesional (la matrona) sobre la higiene y la alimentación adecuada, así como sobre los consejos para favorecer la adaptación de la mascota al recién nacido, se evitarían riesgos y se resolverían muchas dudas.
“Si cruzas las piernas, el bebé se enrosca el cordón en el cuello”, “La cerveza aumenta la producción de leche”, “En luna llena se producen más partos…” Estos son mitos transmitidos por vía oral y a través de generaciones, que no están demostrados científicamente.
“El pecho se debe dar cada tres horas”. Nada más erróneo, puesto que la lactancia materna es a demanda, sin horarios, ni tiempos.
“La leche materna al principio no alimenta, es como el agua”. Falso, se trata del calostro, el mejor alimento para el recién nacido.
También se han originado muchos mitos acerca de los diferentes tamaños y formas de la barriga: “Si es picuda, nacerá varón”, “Si es redonda, será una niña”. Y la ansiedad hace que nos lo creamos todo. Una ecografía sacará de dudas a la mamá sin tanta adivinación.
En conclusión, cada embarazo es único y personal. Por este motivo, no hay que hacer mucho caso de las experiencias que nos cuentan otras mamás.