El 25% de las mujeres embarazadas continúa bebiendo alcohol, a pesar de los riesgos que ello conlleva. No es necesario que la madre sea alcohólica para que el bebé padezca las consecuencias. Según numerosos estudios, no existe una medida inofensiva, cualquier nivel de consumo de alcohol puede causar problemas.
El alcohol es una sustancia que atraviesa con gran facilidad la barrera placentaria. El feto, además, tiene una gran dificultad para eliminarlo de su organismo, comparado con un adulto. Aunque el riesgo está presente durante todo el embarazo, es en el primer trimestre de gestación cuando las consecuencias pueden ser más acusadas, ya que en este período se forma el sistema nervioso.
El consumo de alcohol en el embarazo puede ocasionar malformaciones faciales (aperturas oculares pequeñas, labio leporina… ), bajo peso al nacer, problemas de succión, etc. Durante el crecimiento, es posible que el niño presente retrasos en el habla, problemas de aprendizaje, bajo coeficiente intelectual, conducta hiperactiva o insomnio.
Por todo ello, piensa en tu bebé y deja inmediatamente de consumir alcohol desde el momento que te enteres que estás embarazada.