Cuando empiezas a sentir los primeros movimientos de tu bebé (normalmente sobre el quinto mes de embarazo si eres primeriza o algo antes si ya has tenido otro bebé) no puedes resistirte a acariciar tu vientre mientras tu pequeño se mueve dentro de ti. Este instinto es la necesidad de reforzar los vínculos con el bebé. Es muy frecuente ver a mujeres embarazadas con la mano puesta sobre su tripa.
A medida que tu bebé crece semana tras semana, puedes distinguir fácilmente entre los movimientos corporales y las patadas, de tal manera que casi al término del embarazo podrás distinguir a la perfección si tu bebé está moviendo una pierna, un brazo o cualquier otra parte de su cuerpecito.
Sobre la semana 20 de embarazo, tu bebé puede sentir cuándo estás acariciando tu vientre. Él puede responder al tacto de los padres y, curiosamente, puede distinguir cuándo lo hace una persona extraña. Cuando tu bebé se está moviendo sin parar y un extraño apoya la mano en tu vientre, es posible que deje de moverse repentinamente.
Vincularte con tu pequeño mediante caricias y masajes es una de las técnicas más efectivas para comunicarte con él, pues es capaz de diferenciar los distintos tipos de caricias y juegos que puedes hacerle. La estimulación prenatal a través de masajes es el inicio de vuestra comunicación antes del nacimiento.
¿Cómo dar un masaje relajante a tu bebé?
A ti y a todo el mundo le gusta que le den un masaje, y tu bebé no es una excepción. A través de tu tripa puedes hacer a tu pequeñín un masaje relajante.
Para realizar el masaje puedes utilizar aceite de almendras y masajear tu tripa lentamente con movimientos largos, comienza de arriba hacia abajo, después realiza movimientos circulares, siempre en el sentido de las agujas del reloj.
Esta técnica, a la vez que es muy beneficiosa para tu bebé, también lo es para ti, te sentirás más relajada y constantemente en comunicación con tu bebé.
El papá también puede participar en esta práctica y posiblemente el bebé reaccione de forma diferente a cuando le acaricia su mamá.