2 meses de embarazo
(Semanas 5 a 9 de embarazo)
El desarrollo continúa a toda velocidad: aquellos «bultitos» de las semanas pasadas han crecido y se han transformado en brazos y piernas, aunque aún son muy cortos en relación con el cuerpo, y en sus extremos se adivinan las manos y los pies.
Al final de la octava semana, la sexta después de la concepción, el estómago del embrión ha adquirido su forma definitiva, se están formando los riñones y el aparato urinario y las células sexuales se desplazan hasta el lugar donde, más adelante, se desarrollarán el aparato genital masculino y el femenino. La carita del futuro bebé también está mas desarrollada y se pueden distinguir la nariz, las orejas, incluso los labios.
Mide entre 10 y 13 milímetros y, en la consulta del ginecólogo, puedes escuchar los latidos de su corazón a un ritmo del doble que el tuyo: entre 140 y 150 pulsaciones por minuto.
El corazón ya tiene las cuatro cavidades del corazón humano. En la semana 9 su pequeño cuerpo empieza a “enderezarse” y ya se mueve, aunque todavía no lo notas. Y al comienzo del siguiente mes se completa la construcción de casi todos los órganos, incluidos el corazón y el sistema circulatorio.
Tu pequeño ya tiene dedos en las manos y los pies. El tamaño de su cabeza corresponde casi a la mitad del tamaño de su cuerpo. Los cambios son tan importantes que los expertos dejan de considerarlo un embrión y comienzan a llamarlo feto, albergas en tu vientre una personita de 4 centímetros de longitud y alrededor de 3 gramos de peso.
Para ti, el inicio del segundo mes comienza con una buena noticia: la confirmación de tu nuevo estado. Los test de embarazo detectan en la orina la presencia de una hormona, la gonadotropina coriónica, que aparece desde el mismo momento de la concepción.
El sueño y el cansancio que te acompañan no son un escollo, sino un útil regalo: te obligan a descansar más horas de las que tenías por costumbre y ahorrar energía para ti y tu bebe.
Recuerda: tu organismo trabaja a pleno rendimiento para fabricar la placenta y adaptarse a las exigencias de un huésped que no para de crecer. Ríndete, y deja que tu cuerpo descanse las horas que necesite.